«El 11-M fue una venganza por los golpes
de España al yihadismo; Irak, el pretexto»
Diez años después del 11-M, Fernando
Reinares, experto en terrorismo yihadista aporta las claves del mayor atentado
terrorista de la historia de España
JOSÉ RAMÓN LADRA
Fernando Reinares, investigador del Real
Instituto Elcano
Fernando Reinares acaba de publicar
«¡Matadlos!» (Galaxia Gutenberg), que desvela muchas de las claves de la
matanza de Madrid. Este es el resultado de su investigación.
«La decisión es ratificada en 2002 en
una reunión en Estambul»
– Diez años después del 11-M, ¿se puede
hacer un relato completo de cómo y por qué se produjo el mayor atentado de la
historia de España?
–La decisión de perpetrarlo se adoptó en
Karachi en diciembre de 2001. La tomó Amer Azizi, que había sido miembro
importante y carismático de la célula que Al Qaida había conseguido establecer
en nuestro país en 1994, desmantelada en noviembre de 2001 en la «operación
Dátil». Azizi no fue detenido porque estaba en Irán, ocupándose de la ruta a
través de la cual enviaban a individuos reclutados aquí y en otros países
europeos a campos de entrenamiento en Afganistán. El factor decisivo que le
llevó a tomar la decisión de atentar fue que España había desmantelado su
célula, detenido a varias docenas de individuos y encarcelado a su venerado
líder, Abu Dahdah. La motivación inicial, por tanto, fue la venganza. Además,
la decisión de Azizi fue ratificada en una reunión celebrada en febrero de 2002
en Estambul, a la que asisten delegados del Grupo Islámico Combatiente Marroquí
y Libio. En ese encuentro, por la pérdida de bases e infraestructuras que han
sufrido en Afganistán se decide trasladar la yihad allí donde residen sus
miembros. El acuerdo tiene repercusiones muy serias primero para Marruecos, con
los atentados de Casablanca, y luego para España, con los de Madrid.
«El ataque lo decidió en 2001 Amer Azizi
en Karachi»
–¿Cómo comenzó a gestarse la célula que
perpetró la matanza?
–Azizi tenía muy buenos contactos
porque, además de contar con experiencia en Bosnia, en 2000 y 2001 había estado
en campos de entrenamiento en Afganistán, por ejemplo en uno que gestionaba el
Grupo Islámico Combatiente Libio, y en otro de la propia Al Qaida. Adquirió una
gran preparación tanto de tácticas terroristas como de gestión organizativa.
Cuando toma la decisión de atentar no estaba solo, sino con Abdelatif Murafik,
que había escapado de Afganistán huyendo de la intervención de Estados Unidos
tras el 11-S. Azizi le utiliza para ponerse en contacto con algunos otros
individuos residentes en Madrid y relacionados con la célula de Abu Dahdah, los
más recientemente incorporados a su entorno, que tampoco fueron detenidos
porque, a la luz tanto del conocimiento judicial sobre el terrorismo yihadista
como de la legislación antiterrorista entonces existentes, no se consideraron
suficientes las pruebas contra ellos. Estos individuos son los que inician, en
Madrid, la formación de la red terrorista del 11-M.
–¿Quiénes eran esos elementos y qué
papel jugaban hasta entonces?
–No pertenecían al núcleo central de la
célula de Abu Dahdah porque se habían acercado a la misma entre 1999 y 2000,
radicalizados y captados por Azizi. Aun así, eran hombres destacados entre los
que se encuentran Said Berraj o el propio Serhane ben Abdelmajid Fakhet, «el
Tunecino». Azizi les hace llegar instrucciones para que constituyan una nueva
célula terrorista en Madrid. Su formación se inicia en marzo de 2002 y se
convierte en el primero de los tres componentes de la red terrorista del 11-M.
A lo largo de ese mismo año, 2002, se unirá a la trama un segundo componente,
que procede de la reunión de Estambul y que está relacionado con las
estructuras europeas del Grupo Islámico Combatiente Marroquí. El nexo de unión
es un individuo, Youssef Belhadj, que actúa como nodo y que reside en Bélgica
en esa época pero viaja mucho a España para encontrarse con los suyos. Lo hizo
por última vez muy pocos días antes del 11-M. En verano de 2003 se incorpora un
tercer y definitivo componente a la red, que es el que introduce Jamal Ahmidan,
«el Chino», con su banda de delincuentes convertidos al yihadismo.
–¿Qué supuso esa incorporación?
–La llegada de «el Chino», además de
introducir en la red del 11-M un componente inesperado, provoca algunos cambios
en los planes, y muy probablemente el principal de todos ellos es no utilizar
TATP en los atentados, como tenían previsto. Aprovechan las conexiones que
tienen este individuo y sus secuaces, por su trayectoria delictiva, para
conseguir explosivos sustraídos en Asturias, en concreto a cambio de droga.
Este tercer y definitivo grupo aportará a la red mayor capacidad operativa y
recursos financieros.
–Hay más incorporaciones a la red...
–Sí. Además de estos tres componentes se
incorporan otros elementos que no tienen encaje exacto en ellos, pero sí
vínculos suficientes con individuos pertenecientes a los dos primeros. Uno de
ellos es Rabei Osman, «el Egipcio», que tiene relación con la célula de Abu
Dahdah y con el Grupo Islámico Combatiente Marroquí; o Allekema Lamari, que ya
había sido detenido en 1997 y condenado, y que por un desajuste judicial fue
excarcelado en mayo de 2002... Como la célula del GIA a la que pertenecía
estaba vinculada con la de Abu Dahdah, consiguen detectarlo y llo cooptan para
la red que se está formando. Es relevante que este individuo, en lugar de huir
de España sabiendo que estaba en busca y captura, optó por quedarse. La razón
es que buscaba la oportunidad de perpetrar una acción de venganza contra España
y los españoles por su detención y la caída de su célula. Motivación en la que
coincide con Amer Azizi cuando decide atentar en España.
–Pero la decisión de actuar, ¿es
plenamente autónoma o está respalda da por la cúpula de Al Qaida?
–Vayamos por partes. Gracias a esas
relaciones privilegiadas que ha adquirido en Afganistán y Paquistán, Azizi
ingresa en Al Qaida Central a inicios de 2002 como subcomandante operativo en
el primero de los países, pasa luego a ejercer funciones en el comité de
propaganda y en 2003 es designado por el propio Osama bin Laden adjunto al jefe
de operaciones externas de la red terrorista. Gracias a eso y a que se inicia
la guerra de Irak en la primavera de 2003, los líderes de Al Qaida deciden
aprobar los atentados, que de cualquier manera ya están en curso, pues la
decisión está tomada y la red terrorista conformada. Eso sí, apoya y hace suyos
los ataques, hacia finales del verano de 2003, porque encajan en su estrategia
general de causar división entre los países occidentales miembros de la
coalición contra el terrorismo global y de distanciar a las poblaciones de sus
gobiernos, especialmente en países vulnerables, como cree que es España. Pero
en esas fechas la decisión ya está tomada, la red del 11-M constituida y hasta
el explosivo en manos de los terroristas.
–Irak, por tanto, es solo la excusa última
para cometer la matanza...
–Sí; no es la causa, pero es un
pretexto. A los que han ideado y planificado los atentados por venganza sobre
todo les viene muy bien que Al Qaida apruebe eso y encima facilite las cosas y
asegure que va a atribuirse la autoría, como de hecho sucede.
–¿Llegan a hacer una lectura en clave
política, analizando que los ataques van a ser solo tres días antes de las
elecciones?
–La primera vez que hay constancia
escrita de la fecha de los atentados es el 19 de octubre de 2003, al día
siguente de que Osama bin Laden apareciese en Al Jazeera, donde lanza un
mensaje al pueblo americano aunque en una frase cita a España. Alguna clave hay
en el mensaje, porque al día siguiente, en un documento relacionado con la
adquisición de un teléfono móvil de Youssef Beldhaj se falsifica una fecha de
nacimiento y se escribe la del 11 de marzo. Y en el relativo a otro teléfono
que usaba este individuo se falsifica asimismo la fecha de nacimiento y se
escribe 16 de mayo, la fecha de los atentados cometidos en Casablanca. El 19 de
octubre no se habían convocado las elecciones generales, pero sin embargo
cuando el directorio de Al Qaida conoce que se van a celebrar tres días del
previsto para el ataque se acomoda a las circunstancias.
–¿Cuándo se deciden los últimos
detalles?
«La primera constancia escrita de la
fecha del atentado para el 11-M es el 19 de octubre»
–En otoño de 2003. Probablemente, cuando
los líderes de Al Qaida hacen suyos los preparativos se introduce algún cambio
en el modus operandi del atentado. Fuentes de Inteligencia de distintos países
coinciden en que el propio Azizi comunica personalmente estas novedades en un
viaje que hizo a España, vía Turquía, en diciembre de 2003, para trasladar las
últimas instrucciones de la dirección de Al Qaida. Por ejemplo, que fueran
cuatro trenes del mismo modo que en el 11-S fueron cuatro aviones, o que fuera
en una fecha 11... Es decir, elementos de índole simbólica que dejaran huella y
que se relacionaran con Al Qaida, aunque los atentados no fueran ideados ni
planificados por el directorio de esta organización yihadista.
–Por tanto, el 11-M no fue la acción de
unos «moritos desgarramantas», sin preparación ni relaciones...
–Gran parte de la sociedad española ha
reducido la complejidad del 11-M al último de los componentes que entra en la
trama, el de los delincuentes comunes convertidos al yihadismo. En realidad,
eran solo los últimos llegados a una red mucho más compleja. En ella, por
ejemplo, había un antiguo miembro de una unidad del Ejército egipcio
especializada en explosivos y de la Yihad Islámica Egipcia, Rabei Osman Es
Sayed Ahmed, o un individuo que había sido policía en Argelia y contaba con
entrenamiento en el uso de armas de fuego, como Allekema Lamari, o gente que
había estado en un campo de entrenamiento de Al Qaida en Afganistán, como Said
Berraj.