.
El sistema político de la Restauración:
[Cánovas] construyó el sistema de la Restauración en la
idea del turno de los partidos en el gobierno […]
[El turno] requiere un cierto número de condiciones:
1º Concentración de la mayor parte de las opiniones
políticas existentes en dos grandes agrupaciones [ ... ] no pueden quedar al
margen grupos importantes de opinión [ ... ] No debe haber más que dos
partidos, porque de otro modo la secuencia poder‑oposición se alargaría hasta
el punto de resultar difícilmente viable [ ... ]
2º La concentración de fuerzas y el turno dependen, por
otra parte, de que ambos partidos compartan los valores políticos fundamentales
‑monarquía, constitucionalismo, etc.‑ y que existía una coincidencia en sus
planteamientos sociales ‑capitalismo‑ [ .. ]
3º El turno requiere, por definición, el falseamiento del
sufragio [...]
El mayor de los defectos (del sistema canovista) se
encuentra en la Incapacidad de reconocer la importancia de los nuevos
fenómenos sociales ‑socialismo y nacionalismo‑ y de reflejarla en las
instituciones representativas. El falseamiento de las elecciones permitió
menospreciar a los sectores de opinión que denunciaban los vicios del sistema,
lo que no dejó más salida política que la incorporación a las filas del
republicanismo, que acabaría siendo la mayor fuerza política de oposición [ ..
]
Artola, Miguel (1985): «El sistema político de la
Restauración», La España de la Restauración, Madrid, Editorial Siglo XXI, p. 11
‑20.
Comparación
del diagnóstico de Joaquín Costa acerca de la España de 1899 con la situación
de España en 1999.- Felipe Giménez Pérez. Comunicación defendida ante los IV
encuentros de filosofía en Gijón (5-7 de julio de 1999).
(...) Por esta razón voy a seleccionar sólo los pasajes y contenidos expuestos por Costa en Oligarquía y caciquismo que están hoy a mi juicio de plena actualidad en nuestro país, donde impera un régimen político, el de 1978, muy parecido al régimen político aquél de 1876, razón ésta claro está, por la que la actualidad de Costa tiene y cobra su verdad y su interés.
Don Joaquín Costa (1848-1911) diagnosticó a principios de
este siglo XX que ahora fenece que el régimen político imperante en España no
era sino un régimen oligárquico y caciquil. España decía, era «una oligarquía de notables».
Por esta razón afirma Costa que España no es una nación libre y soberana y que en España no hay parlamento ni partidos; hay sólo oligarquías.
(...) concluye Joaquín Costa categóricamente, «No es nuestra forma de gobierno un régimen parlamentario, viciado por corruptelas y abusos, según es uso entender, sino, al contrario, un régimen oligárquico, servido, que no moderado, por instituciones aparentemente parlamentarias.».
Por esta razón afirma Costa que España no es una nación libre y soberana y que en España no hay parlamento ni partidos; hay sólo oligarquías.
(...) concluye Joaquín Costa categóricamente, «No es nuestra forma de gobierno un régimen parlamentario, viciado por corruptelas y abusos, según es uso entender, sino, al contrario, un régimen oligárquico, servido, que no moderado, por instituciones aparentemente parlamentarias.».
De esta
forma, el problema no es el de una reforma de un régimen político determinado,
sino el de su supresión.
Se trata de todo un problema de cambio constitucional como se cuida muy bien de señalar Costa.
Se trata de todo un problema de cambio constitucional como se cuida muy bien de señalar Costa.
En este
régimen caciquil que adopta una forma de monarquía parlamentaria, en vez de
subordinarse los elegidos a los electores, son éstos lo que están sometidos a
los elegidos. Además, tampoco la ley contempla o considera de forma ecuánime a
todos los ciudadanos.
Los elementos de la oligarquía son para Costa los
siguientes:
«1º Los oligarcas (los llamados primates, prohombres o notables de cada
bando, que forman su «plana mayor», residentes ordinariamente en el centro: 2º
Los caciques, de primero, segundo o ulterior grado, diseminados por el
territorio: 3º El gobernador civil, que les sirve de órgano de comunicación y
de instrumento.».
(...) Distingue Costa entre el cacique, hombre fuerte de
la sociedad o de la comarca, con influencia política, social y económica y base
del sistema caciquil y el oligarca, el político profesional de la nación que se
apoya en el oligarca para ejercer su poder.
El cacique realiza el trabajo sucio y el delincuente de
cuello blanco importante es el oligarca o notable.
Es la clase política, pero, señala Costa, «en las
fechorías, inmoralidades u crímenes que forman el tejido de la vida política de
nuestro país, el oligarca es tan autor como el cacique, como el funcionario,
como el alcalde, como el agente, como el juez, e igualmente culpable que ellos;
pero no he dicho bien: esa culpa es infinitamente mayor, y sería si acaso... el
instrumento o el cacique quien tendría moralmente razón para negar el saludo al
personaje o al ministro, que fríamente y a mansalva armó su brazo, haciendo de
él un criminal cuando pudo y debió hacer de él un ciudadano.»
Además, el régimen caciquil denunciado por Costa se
caracteriza por ser un elitismo de lo peor que bloquea (...) «la circulación de
las élites». Los más brillantes e inteligentes son postergados por el régimen
caciquil. «es la postergación sistemática, equivalente a eliminación de los
elementos superiores de la sociedad, tan completa y absoluta, que el país ni
siquiera sabe si existen; es el gobierno y dirección de los mejores por los
peores; violación torpe de la ley natural, que mantiene lejos de la cabeza,
fuera de todo estado mayor, confundida y diluida en la masa del servum pecus,
la élite intelectual y moral del país, sin la cual los grupos humanos no
progresan, sino que se estancan, cuando no retroceden.»
España es entonces una meritocracia a la inversa. El
régimen selecciona a lo peor y posterga a lo mejor de los individuos
componentes de la sociedad española. En el régimen caciquil oligárquico sólo
sobreviven los peores.
Los oligarcas se reparten regionalmente España en áreas de
influencia política local. Cada oligarca disfruta de su correspondiente
territorio. Estos oligarcas se reúnen en asociaciones o bolsas de empleo
llamadas partidos y deliberan en las Cortes. En España no hay Cortes ni
partidos políticos más que en caricatura. Los grupos políticos no responden más
que a intereses pasajeros y provisionales personales y particulares de grupos
de interés. Por lo demás, el parlamento no representa al país. Las elecciones
son organizadas por el gobierno para obtener el resultado electoral apetecido.
Cita Costa en ayuda de sus tesis entre otros a D.
Francisco Pi y Margall: «En aquella ocasión, el señor Pi y Margall dijo que un
régimen bastardo, que no tiene clasificación posible». suerte de los Gobiernos;
y aquí son los Gobiernos quienes deciden la suerte de las Cortes.»
De tal manera, no es condenado tanto el régimen parlamentario
mismo cuanto su deformación oligárquica. Otra cosa es que las cosas tengan que
ocurrir así necesariamente y no de otro modo. En España hay dos gobiernos: uno fenoménico y
fantasmal: el sistema de monarquía parlamentaria, con constitución y elecciones
y otro el real, efectivo y esencial que es el caciquismo oligárquico.
Esta
oligarquía de la que habla Costa es una oligarquía absoluta, sin ningún poder
que la frene o modere. Por encima del Rey está S.M. el Cacique. Así define entonces Joaquín Costa el régimen imperante
en la España de 1899: «una oligarquía pura en el concepto aristotélico:
gobierno del país por una minoría absoluta, que atiende exclusivamente a su
interés personal, sacrificándole el bien de la comunidad.»
La existencia
de la oligarquía política compromete la unidad de España y fomenta el
secesionismo político y territorial. Para que subsista España como Estado
nacional es preciso que desaparezca la oligarquía. «Pueblo que no es libre, no
debe esperarse que se preocupe de la bandera.»
La
oligarquía desnacionaliza España.
La solución propuesta por Costa para eliminar el caciquismo es una política quirúrgica de urgencia. Se requiere «una verdadera política quirúrgica» y esta política quirúrgica debe ser realizada por un cirujano de hierro. El cirujano de hierro tiene virtudes similares a las del filósofo-rey de Platón: que conozca bien la anatomía del pueblo español, que sienta por él una compasión infinita, que tenga buen pulso, que tenga un valor de héroe, entrañas y coraje, que sienta un ansia desesperada por tener una patria, que se indigne por la injusticia. Debe ser un hombre superior y providencial que lleve a cabo la regeneración de la patria. El cirujano de hierro es un político ilustrado, culto, superior, que gobierna al pueblo para mejorarlo.
La solución propuesta por Costa para eliminar el caciquismo es una política quirúrgica de urgencia. Se requiere «una verdadera política quirúrgica» y esta política quirúrgica debe ser realizada por un cirujano de hierro. El cirujano de hierro tiene virtudes similares a las del filósofo-rey de Platón: que conozca bien la anatomía del pueblo español, que sienta por él una compasión infinita, que tenga buen pulso, que tenga un valor de héroe, entrañas y coraje, que sienta un ansia desesperada por tener una patria, que se indigne por la injusticia. Debe ser un hombre superior y providencial que lleve a cabo la regeneración de la patria. El cirujano de hierro es un político ilustrado, culto, superior, que gobierna al pueblo para mejorarlo.
Esta reforma del Estado es incompatible con el
mantenimiento del parlamentarismo. Aquí avanza Costa posiciones y no es que
diga que tenemos una ficción o caricatura de parlamentarismo, sino que incluso el parlamentarismo es incapaz de acometer las reformas necesarias
para España. El
parlamentarismo no es el medio, es el fin de las reformas. «Para que España pueda ser nación parlamentaria mañana, tiene que
renunciar a serlo hoy.»
No hacen
falta elecciones democráticas. Si el pueblo no tiene voluntad, carece entonces
de sentido plantearse el que las elecciones reflejen la voluntad del pueblo.
De hecho, en la actualidad, el régimen parlamentario existe sin necesidad de elecciones ni de electores, por lo que «la forma política del Estado español puede definirse diciendo: un «gobierno parlamentario... sin electores».
De hecho, en la actualidad, el régimen parlamentario existe sin necesidad de elecciones ni de electores, por lo que «la forma política del Estado español puede definirse diciendo: un «gobierno parlamentario... sin electores».
La solución frente al régimen parlamentario es el régimen
constitucional de separación de poderes del Estado. Se trata así de que las
Cortes «sean Cortes según el tipo del sistema presidencial o representativo de
los Estados Unidos y no según el tipo del sistema parlamentario de Inglaterra».
Así resume Joaquín Costa su programa político constitucional: «De modo, en suma, que el neoliberalismo sugerido por mí como conclusión de la «lectura de la semana anterior, debería escribir en su bandera el régimen parlamentario como ideal, el régimen presidencial o representativo como transición y como medio.»
Así resume Joaquín Costa su programa político constitucional: «De modo, en suma, que el neoliberalismo sugerido por mí como conclusión de la «lectura de la semana anterior, debería escribir en su bandera el régimen parlamentario como ideal, el régimen presidencial o representativo como transición y como medio.»
El caciquismo u oligarquía política descrita afecta
también cómo no al aparato judicial consiguiendo así una justicia corrupta y
llena de parcialidades y partidismos caciquiles.
El famoso «cirujano de hierro» de Joaquín Costa siempre se
ha interpretado como un dictador. El cirujano de hierro es un magistrado u
hombre que garantiza que todas las instituciones constitucionales del régimen
presidencial funcionen: un Parlamento, un Poder Judicial independiente y una
Administración eficaz. Lo que más se parecería al cirujano de hierro sería el
General De Gaulle más bien que el General Franco. El cirujano de hierro de
Joaquín Costa es sumamente parecido al filósofo-rey de Platón.
En el régimen criticado por Joaquín Costa, el parlamentario, mayorías y minorías son hechuras del partido gobernante. La representación es inexistente de facto. Los diputados representan a las diversas facciones dentro de la oligarquía. Por ello el consenso es fácil entre todos los oligarcas o caciques. Joaquín Costa, citando a D. Francisco Pi y Margall afirma que el régimen español «es un régimen bastardo sin posible clasificación».
En el régimen criticado por Joaquín Costa, el parlamentario, mayorías y minorías son hechuras del partido gobernante. La representación es inexistente de facto. Los diputados representan a las diversas facciones dentro de la oligarquía. Por ello el consenso es fácil entre todos los oligarcas o caciques. Joaquín Costa, citando a D. Francisco Pi y Margall afirma que el régimen español «es un régimen bastardo sin posible clasificación».
Llama la atención, por su actualidad política, hoy en
1999, la terrible acusación contra las universidades españolas y contra sus
funcionarios, los catedráticos como principales valedores ideológicos del
bastardo régimen de la Restauración: «Gran parte de la
culpa alcanza a las Universidades: lo que sobre organización política de España
enseñan a la juventud es un solemne embuste de la Gaceta: en cambio, de la real
y verdadera constitución no le dicen nada. Los catedráticos, con alguna rara excepción
quizá, son los principales responsables de que se perpetúe ese convencionalismo
criminal que ha postrado a la nación y la tiene en trance de expirar.»
Esto me recuerda la universidad que yo he conocido y
conozco aún y el papel de los espadachines ideológicos del régimen de 1978 ya
estén en las aulas de institutos y universidades, ya estén en tertulias,
televisión o prensa.
Otra consecuencia del régimen oligárquico es la ausencia
de una ciudadanía madura moral y políticamente:«España, como Estado oligárquico que es, no puede tener ciudadanos
conscientes; electores, ni, por tanto, régimen parlamentario, y porque no puede
tenerlos no los tiene.»
Como el pueblo español carece de
madurez política para ejercer el sufragio universal, menester es que alguien
gobierne al pueblo. Aunque muchos pudieran pensar que Costa está pidiendo una
dictadura, más bien está pidiendo el gobierno de un presidente enérgico junto a
un parlamento, que ejerza la función de convención nacional para colaborar con
el presidente en la elaboración de las reformas constitucionales pertinentes.
En el régimen presidencial que
propone Costa, la iniciativa política le corresponde al Gobierno.
El Gobierno y el Parlamento ejercen
una verdadera tutela política sobre el pueblo hasta que éste alcance la mayoría
de edad política, momento en el que el régimen presidencial da paso a un
sistema político parlamentario.
El Parlamento así es nombrado por el gobierno y este parlamento nombrado-elegido por elecciones de encasillamiento o amañadas desde el gobierno pero esta vez por el bien del pueblo, autoriza al gobierno a gobernar por decreto.
El Parlamento así es nombrado por el gobierno y este parlamento nombrado-elegido por elecciones de encasillamiento o amañadas desde el gobierno pero esta vez por el bien del pueblo, autoriza al gobierno a gobernar por decreto.
Respecto al tópico de la europeización, Costa sostiene la
inevitabilidad de la europeización de España. Hay una exigencia interna que
consiste en que el pueblo español tiene ansia de libertad, bienestar, cultura,
justicia, etc.
Por ello la europeización será
inevitable.
Paralelamente,
se señala, según Costa, un proceso de desnacionalización de España producida
por el atraso del país y por la naturaleza corrupta de su régimen político.
Es evidente que la europeización produce una desnacionalización de los españoles.
Es evidente que la europeización produce una desnacionalización de los españoles.
En cuanto a la exigencia externa,
simplemente hay que señalar que estamos en Europa y que hay que adaptarse a la
situación real que nos circunda para no ser absorbidos por las grandes
potencias.
La
europeización puede llegar por la colonización económica de España por las
grandes potencias europeas o porque España se modernice sin dejar de ser
España.
El dilema
según Costa es: o España se europeíza o es europeizada.
Si España se europeíza será de acuerdo con su genio y su tradición. Si España es europeizada por las grandes potencias, será borrada del mapa y esquilmada, desaparecerá como tal. La europeización «requiere una revolución desde el poder; revolución muy honda y muy rápida, tan rápida como honda»
Si España se europeíza será de acuerdo con su genio y su tradición. Si España es europeizada por las grandes potencias, será borrada del mapa y esquilmada, desaparecerá como tal. La europeización «requiere una revolución desde el poder; revolución muy honda y muy rápida, tan rápida como honda»
A
continuación Costa afirma lo siguiente: «Ahora bien; esa revolución súbita
supone como necesaria condición estas tres cosas a la vez: genio político que
la promueva y dirija; una organización vieja que no la estorbe; un estado
social que la pueda asimilar.»
La prensa a
decir de Costa es responsable de la postración de España. Igual que el pueblo español no tiene ni madurez ni
capacidad política, tampoco tiene capacidad para leer periódicos de forma
crítica y racional.
La opinión no
surge de los ciudadanos, sino de los periódicos.
Hace falta entonces una reforma también del cuarto poder. El periodismo hace que los ciudadanos abdiquen su facultad de pensar por sí mismos. Como la prensa está en manos de oligarcas, entonces la prensa es sumamente perjudicial para el pueblo español.
Hace falta entonces una reforma también del cuarto poder. El periodismo hace que los ciudadanos abdiquen su facultad de pensar por sí mismos. Como la prensa está en manos de oligarcas, entonces la prensa es sumamente perjudicial para el pueblo español.
«Y así ha resultado que eso que llamamos opinión no tiene su fuente en la
conciencia de la nación, sino que se forma en las redacciones de dos o tres
periódicos; y como, por otra parte, esas redacciones no son, en lo general,
cuerpos de tutores, patriciado natural, sino, al igual de la plana mayor de las
facciones, cuerpos de oligarcas y de intérpretes y adscripticios suyos –que por
esto no dejan oír a su pupilo otras voces que las propias–, el vasallaje
práctico del gobernante resulta doblado por el vasallaje teórico del
periodista, y entre los dos dan a España, según dije, aspecto de una nación
maleficiada.»
Con las actuales oligarquías periodísticas es imposible el cambio que pretende realizar Costa en España. La renovación de la prensa pues, es algo que se impone para Costa forzosamente.
Con las actuales oligarquías periodísticas es imposible el cambio que pretende realizar Costa en España. La renovación de la prensa pues, es algo que se impone para Costa forzosamente.
Además, es necesario para Costa, como para todo buen
liberal por lo demás el concurso de las élites intelectuales para realizar la
revolución nacional liberal propugnada por él.
¿Quién es el sujeto revolucionario que ha de colocar al cirujano de hierro para hacer la revolución liberal ansiada por Costa? Un partido de hombres nuevos de donde saldrá el cirujano de hierro y todo el personal político necesario para cubrir los cargos públicos del Estado y colaborar con el cirujano en la necesaria tarea de regeneración de la patria. El partido es la élite intelectual y política con capacidad política suficiente como para impulsar el cambio y suministrar de entre sus filas el personal político necesario a la nación. Este partido sería liberal y nacional y regeneracionista. Como el pueblo español es políticamente un incapaz y menor de edad político, «Dedúcese de lo que antecede que las elecciones únicamente podrían admitirse en serio a título de ficción jurídica, regida por principios de tutela: Que el Gobierno supla la ausencia de cuerpo electoral, nombrando diputados a los que éste elegiría si lo hubiese.»
¿Quién es el sujeto revolucionario que ha de colocar al cirujano de hierro para hacer la revolución liberal ansiada por Costa? Un partido de hombres nuevos de donde saldrá el cirujano de hierro y todo el personal político necesario para cubrir los cargos públicos del Estado y colaborar con el cirujano en la necesaria tarea de regeneración de la patria. El partido es la élite intelectual y política con capacidad política suficiente como para impulsar el cambio y suministrar de entre sus filas el personal político necesario a la nación. Este partido sería liberal y nacional y regeneracionista. Como el pueblo español es políticamente un incapaz y menor de edad político, «Dedúcese de lo que antecede que las elecciones únicamente podrían admitirse en serio a título de ficción jurídica, regida por principios de tutela: Que el Gobierno supla la ausencia de cuerpo electoral, nombrando diputados a los que éste elegiría si lo hubiese.»
La cosa no queda ahí, el Presidente, nombra los ministros
sin necesidad de parlamento: «Pues ahora continuemos o extendamos el
razonamiento: que el Jefe del Estado supla la falta de parlamento, nombrando
Ministros a los que éste indicaría si existiese.»
En principio Costa apela al poder moderador del Rey pero esto puede recibir una lectura o una interpretación republicana. Si el Jefe del Estado no cumple con su deber, sobra la dinastía y se impone una salida republicana presidencialista. No se descartan ni la revolución desde arriba ni la revolución desde abajo por parte de Costa.
El famoso lema que se atribuye a Costa: Despensa y escuela no aparece más que al final de «Oligarquía y caciquismo». Creo que es más profundo otro lema de Costa: Libertad, cultura y bienestar.
En principio Costa apela al poder moderador del Rey pero esto puede recibir una lectura o una interpretación republicana. Si el Jefe del Estado no cumple con su deber, sobra la dinastía y se impone una salida republicana presidencialista. No se descartan ni la revolución desde arriba ni la revolución desde abajo por parte de Costa.
El famoso lema que se atribuye a Costa: Despensa y escuela no aparece más que al final de «Oligarquía y caciquismo». Creo que es más profundo otro lema de Costa: Libertad, cultura y bienestar.
2. El
caciquismo del régimen de 1978.
Actualidad y
validez en 1999 del diagnóstico de Costa de 1902
Hoy, en 1999
el análisis de Joaquín Costa enunciado en Oligarquía y Caciquismo no ha perdido
ninguna actualidad.
*.- España es una monarquía parlamentaria oligárquica de
partidos tal y como viene diseñada en la Constitución de 1978.
La monarquía fue impuesta por la oligarquía franquista.
La transición política operada en España en los años 1975-1982 consistió en ampliar la base de la oligarquía franquista e incorporar otros sectores políticos al Régimen del 18 de Julio que había surgido destruyendo por la fuerza de las armas la legalidad republicana de 1931.
La monarquía fue impuesta por la oligarquía franquista.
La transición política operada en España en los años 1975-1982 consistió en ampliar la base de la oligarquía franquista e incorporar otros sectores políticos al Régimen del 18 de Julio que había surgido destruyendo por la fuerza de las armas la legalidad republicana de 1931.
El nuevo
régimen franquista reformado adopta la democracia consistente en el sufragio
universal y la regla de la mayoría para que el pueblo elija entre diversas
élites unidas entre sí solidariamente por el «consenso».
*.- El franquismo ha cooptado a la izquierda para
consolidar su base de apoyo social y ha construido el Estado de las autonomías
para fortalecer el caciquismo local y cosechar así un consenso mayor. La tarta
que había que repartir se ha hecho mayor.
Este Estado de las autonomías ha desnacionalizado España.
Si es verdad que en una democracia es necesaria la virtud
por el amor a la igualdad que hay en una democracia según Montesquieu, el
régimen de 1978 no se caracteriza precisamente por el culto a la virtud.
Si el principio republicano, reafirmado por el principio
democrático del amor a la igualdad impulsa la virtud republicana, cívica, el
amor a la patria, a la Nación, se puede decir que la Constitución de 1978
impulsa el amor a la corrupción, a la mentira y a la demagogia.Es que España es
una oligarquía de partidos, un Estado de partidos como decía D. Manuel García
Pelayo.
Las críticas que formuló D. Joaquín Costa al régimen de la
Restauración borbónica de 1876 pueden serle igualmente formuladas al régimen de
la Restauración borbónica de 1978.
1. Desnacionalización de España.
1. Desnacionalización de España.
El Estado autonómico desnacionaliza España y fomenta el
desmembramiento territorial y lingüístico de España.
La oligarquía ha crecido notablemente y se ha hecho
autónoma. 17 territorios autónomos tienen sus correspondientes oligarquías y
sus corruptelas locales sin ningún control del Gobierno. Nacionalismo y
liberalismo van de la mano en desmantelar España.
El liberalismo postula un Estado mínimo frente al capital,
frente a Maastricht, frente a las autonomías. Los nacionalistas apoyan el
debilitamiento del Estado para poder ejercitar su política sin restricción
alguna.
2. El parlamentarismo de la Restauración se ha
convertido en un parlamentarismo de partidos.
Los partidos no tienen estructura democrática.
Son órganos del Estado.
Están subvencionados por el Estado y son perfectamente
incontrolables por los ciudadanos.
La corrupción se ha instalado como forma de gobierno en
España. El Estado liberal es esencialmente un Estado corrupto. Esta es la
situación actual de España.
3. En este régimen lo importante es que la
izquierda también participa de la corrupción.
De este modo no hay ninguna fuerza política fuera del
sistema. La corrupción de la izquierda crea una situación nueva.
No hay fuerzas políticas que critiquen al sistema.
Todo dentro del sistema
Nada fuera del sistema.
La corrupción procede de la degeneración de la dictadura
franquista.
No hay castigo electoral del gobernante corrupto.
Hay servidumbre voluntaria del electorado.
Además, las personas de los partidos se pueden sustituir,
los partidos no.
El sistema electoral proporciona coartadas e impunidad a
los partidos. Se denigra a los corruptos y el partido sigue igual.
4. Los elementos de la oligarquía son los
partidos y su articulación gubernamental, parlamentaria, judicial, autonómica y
local. Esta oligarquía
posee en torno a sí organizaciones satélites: asociaciones, ONGs., sindicatos,
etc. Las subvenciones estatales cuidadosamente concedidas suprimen cualquier
conato de independencia y de ataque al régimen.
5. En las elecciones nada se decide. Los programas de los partidos se
parecen cada vez más entre sí y por tanto no constituyen las elecciones ningún
mecanismo de formación de la voluntad popular. Las elecciones van adquiriendo
un creciente carácter plebiscitario y se convierten en un acto de adhesión
inquebrantable al régimen.
Los electores se identifican sentimentalmente con el jefe
del partido.
La voluntad popular es una metáfora que expresa el dominio
absoluto de los partidos sobre las instituciones y la sociedad.
Estos partidos designan los candidatos y se reparten el
poder institucional del Estado así como sus territorios siguiendo cuotas
electorales,
El sistema de encasillamiento lo deciden las direcciones
de los partidos políticos.
6. El régimen de 1978 ha sido profundamente continuista
tanto en la política interior como en la exterior con respecto al régimen
franquista.
Las mismas personas y el mismo grupo que constituyeron
bajo Franco la clase dominante han apoyado al PSOE y han sido la clase
dominante del régimen de 1978.
7. Esta corrupción ha destruido la función
pública. El carnet
político ha desplazado al mérito y la competencia profesional en sectores tan
vitales para el porvenir como la enseñanza y la sanidad, las empresas y las
administraciones, el Estado y las autonomías.
En el terreno de la enseñanza se ha operado la demolición
del bachillerato y la clientelización de la universidad.
Si Franco colocó en la universidad a sus partidarios por
méritos de guerra y sin oposiciones entre 1939 y 1954, el PSOE situó a sus
partidarios por méritos tal vez no de guerra pero sí de adhesión inquebrantable
en virtud de la LRU.
8,- E sta
corrupción, la del saber es la más duradera.
(...) La corrupción denunciada por Costa y los
regeneracionistas de 1898 es un juego de niños comparada a la habida en los
últimos años.
9. En este régimen, el parlamento juega un papel
menor.
Las principales decisiones las adoptan los jefes de los partidos en reuniones secretas y en negociaciones al margen del parlamento. Una vez concluidos los acuerdos, el parlamento escenifica el acuerdo con una votación. Es por tanto el parlamento cámara de manifestación no de reunión ni de debate.
El partido gobernante controla el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial mediante el Consejo General del Poder Judicial y mediante el Tribunal Constitucional. No hay división de poderes.
Las principales decisiones las adoptan los jefes de los partidos en reuniones secretas y en negociaciones al margen del parlamento. Una vez concluidos los acuerdos, el parlamento escenifica el acuerdo con una votación. Es por tanto el parlamento cámara de manifestación no de reunión ni de debate.
El partido gobernante controla el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial mediante el Consejo General del Poder Judicial y mediante el Tribunal Constitucional. No hay división de poderes.
10. Al pueblo español se le han impuesto estas
cuatro patrañas antidemocráticas:
1. Las reglas
del juego oligárquico de los partidos: consenso constitucional.
3. La
complicidad de la oposición con la corrupción y con la razón de Estado, por el
consenso gubernamental de unos gobiernos con otros.
4. Impunidad
de partidos, gobernantes y gobierno, consenso jurisdiccional de los jueces.
11. La izquierda ha renunciado a la crítica del
Estado y de la sociedad burguesa.
Ha preferido
la retórica demagógica cultural y educativa y copar algunas instituciones para
participar de las prebendas y canonjías del régimen.
La izquierda
no existe.
Es una izquierda virtual, no real y sirve, como institución del Régimen para encuadrar a los ciudadanos de izquierda dentro de los límites del Régimen, neutralizando así cualquier veleidad de protesta seria y amenazadora para el sistema.
Es una izquierda virtual, no real y sirve, como institución del Régimen para encuadrar a los ciudadanos de izquierda dentro de los límites del Régimen, neutralizando así cualquier veleidad de protesta seria y amenazadora para el sistema.
12. Tampoco la Monarquía parlamentaria puede
moderar la corrupción inherente a nuestro sistema oligárquico. Igual que
sucedía en tiempos de Costa.
13. Solución propuesta: República
presidencialista centralizada.
Reforma de la
ley electoral.
Sistema
mayoritario uninominal a doble vuelta.
Por lo demás, acepto las Diez propuestas del profesor Bueno para el siglo XXI (1995)
Por lo demás, acepto las Diez propuestas del profesor Bueno para el siglo XXI (1995)
14. El poder meramente simbólico del Rey permite
a los nacionalismos periféricos utilizar el reconocimiento a la Corona como
único lazo de unión con el Estado español para funcionar de hecho como Estados
independientes.
15. En este régimen la cárcel está hecha para los
pobres. Una casta de privilegiados e intocables controla todos los resortes del
poder social, económico e intelectual. Esta casta disfruta de todas las
ventajas y prebendas.
16. Los sindicatos de clase son otra de las
grandes estafas del régimen de 1978. Mantienen el orden en el gallinero.