Juan Negrín (Las Palmas de Gran Canaria, 3 de febrero
de 1889 - París, 12 de noviembre de 1956). Fisiólogo y político español,
Presidente del Gobierno de la Segunda República Española, uno de los personajes
más controvertidos de la Guerra Civil Española.
Hijo primogénito de un próspero y muy religioso hombre
de negocios (un hermano fraile y una hermana monja), Negrín estudió las
primeras letras en su ciudad natal en el colegio privado La Soledad y obtuvo
las máximas calificaciones en el Bachillerato, a la edad de 14 años. En 1906 su
padre le envió a estudiar medicina a Alemania. Comienza la carrera de Medicina
a los quince años, primero en la Universidad de Kiel y luego en la de Leipzig,
vinculándose a la Escuela de Fisiología de esta última, dirigida por Ewald
Hering. En 1912, a los veinte años, obtuvo el grado de Doctor. Trabajó como
asistente numerario en la misma Universidad y con la movilización de sus
superiores durante la Primera Guerra Mundial asumió nuevas responsabilidades
docentes. En este tiempo aprendió inglés, alemán y francés, y tradujo del
francés al alemán L´Anaphylaxie de Charles Richet.
El 21 de julio de 1914 contrajo matrimonio con María
Fidelman Brodsky, pianista e hija de una familia acomodada rusa exiliada que
vivía en Holanda. El matrimonio tuvo cinco hijos, de los que sobrevivieron tres
de ellos: Juan, Rómulo y Miguel.
Regresó a España en 1916, y ocupó la dirección del
Laboratorio de Fisiología General en Madrid, por entonces situado en los
sótanos de la Residencia de Estudiantes. En 1919 convalidó su título de
Licenciado de Medicina y Cirugía y al año siguiente realizó su tesis doctoral:
"El tono vascular y el mecanismo de la acción vasotónica del
esplácnico". Obtuvo la cátedra de Fisiología de la Universidad Central de
Madrid en 1922, cargo desde el que creó una escuela de fisiología de renombre
mundial. Fue maestro, entre otros, de los profesores Severo Ochoa (galardonado
con el premio Nobel de Fisiología y Medicina) y Francisco Grande Covián.
Ingresó en el Partido Socialista Obrero Español durante la dictadura de Primo
de Rivera, y fue diputado por Las Palmas a partir de 1931. En 1934 le dieron la
excedencia por su condición de diputado.
Nombrado ministro de Hacienda en septiembre de 1936 en
el gobierno de Largo Caballero, tras la dimisión de mismo el 17 de mayo de 1937
el Presidente de la República Manuel Azaña le nombró Presidente del Gobierno,
acción que causó una gran sorpresa en la España republicana.
Al frente de Hacienda, hizo aprobar y supervisó la
evacuación, para depositarlas en lugar seguro y fuera del alcance de los
nacionales, de gran parte de las reservas de oro del Banco de España 460 de las
635 toneladas de oro fino hacia Cartagena, y enviadas luego a Moscú (el célebre
Oro de Moscú de la propaganda franquista), para servir a la financiación de la
adquisición de suministros militares y civiles y el pago de comisiones. Al
decir de Francisco Largo Caballero: «¿De esta decisión convenía dar cuenta a
muchas personas? No. Una indiscreción sería la piedra de escándalo
internacional (…) Se decidió que no lo supiera ni el Presidente de la República,
el cual se hallaba entonces en un estado espiritual verdaderamente lamentable,
por consiguiente sólo lo sabía el Presidente del Consejo de Ministros (es
decir, el propio Largo), el Ministro de Hacienda (Negrín) y el de Marina y Aire
(Indalecio Prieto). Pero los dos primeros serían los únicos que se habían de
entender con el Gobierno de Rusia». (FPI, AFLC XXIII, p. 477).
La decisión de enviar el oro a Moscú estaba
relacionada con el pago de armamento a la Unión Soviética. Según la propaganda
franquista, la operación era un robo porque las mencionadas reservas no eran
propiedad del Gobierno de la República -del Tesoro Público- sino del Banco de
España, que no sería nacionalizado hasta la promulgación del Decreto-Ley
18/1962, del 7 de junio de 1962. El Banco de España no era, pues, banco
nacional, sino una sociedad anónima por acciones cuyas relaciones con el
Gobierno estaban regidas por una Ley (Ley de Ordenación Bancaria del 29 de
diciembre de 1921, refundida el 24 de enero de 1927 y modificada por Ley de 26
de noviembre de 1931) que no autorizaba a este último a disponer de las
reservas de oro, más para ejercer una acción interventora con relación a la
estabilidad cambiaria de la peseta. Sin embargo, la sublevación militar y la
guerra civil justificaron la alteración el curso de la legalidad normal
republicana, como cita expresamente el decreto, y la dimensión de la operación,
su confidencialidad y aparente secretismo.
Negrín convirtió el cuerpo de Carabineros en una
unidad de elite mandada por hombres de su confianza, perfectamente equipada,
con intendencia especial, equipamiento sanitario de primer orden y
exclusivamente a sus órdenes. Una especie de ejército privado que pronto fue
conocido popularmente como los “Cien mil hijos de Negrín”. Su misión, con
Rafael Méndez al frente, era evitar la infiltración comunista. Incautaron
bienes con los que Negrín formó un inmenso tesoro que al término de la guerra
se transportó a México en un yate de lujo de 690 toneladas fletado
expresamente, el Vita, anteriormente conocido como Giralda, yate real de
Alfonso XIII. La historiografía franquista ha acusado tradicionalmente a Negrín
de utilizar esos fondos en beneficio propio. La intención de Negrín era
utilizar ese dinero para financiar el flete de barcos para el traslado de
exiliados republicanos a México. Para ello, organizó el SERE (Servicio de Evacuación
a los Republicanos Españoles). Sin embargo, Indalecio Prieto entendía que era
más apropiado destinar ese dinero a la ayuda directa de los refugiados (en
comida, etc.), creando la JARE (Junta de Ayuda a los Refugiados Españoles). A
la llegada del Vita a Veracruz, Prieto se apoderó del barco, iniciando una
larga y amarga disputa con Negrín.
A pesar de las acusaciones de dictatorial que lanzaron
sus enemigos y detractores como Diego Abad de Santillán, según los soviéticos
como Ernö Gerö "el gran enemigo de la situación es el pluralismo que
mantiene Negrín en el Frente Popular".
También en palabras del anarquista Diego Abad de
Santillán: Tenía la llave de la caja y lo primero que se le ocurrió en materia
de finanzas fue crearse una guardia de corps de cien mil carabineros. No hemos
tenido nunca 15.000 carabineros cuando disponíamos de tantos millares de costas
y de fronteras, y el Dr. Negrín, sin fronteras y sin costas, ha creído
necesario — ¿para asegurar su política fiscal? — un ejército de cien mil
hombres. El delito de los que consintieron ese desfalco al tesoro público
merece juicio severísimo. Y los que han tolerado sin protesta esa guardia de
corps de un advenedizo sin moral y sin escrúpulos, también deben ser
responsabilizados, por su negligencia o su cobardía, de ese atentado al tesoro
y a las conquistas revolucionarias del pueblo, que a eso se reducía, en última
instancia, esa base organizada y bien armada de la contrarrevolución.
Según Largo Caballero: El señor Negrín,
sistemáticamente, se ha negado siempre a dar cuenta de su gestión, (…) de
hecho, el Estado se ha convertido en monedero falso (...) Desgraciado país, que
se ve gobernado por quienes carecen de toda clase de escrúpulos (...) con una
política insensata y criminal han llevado al pueblo español al desastre más
grande que conoce la Historia de España. Todo el odio y el deseo de imponer
castigo ejemplar para los responsables de tan gran derrota serán poco. (FPI,
AFLC XXIII, p. 477).
Negrín no conoció el asesinato de Andreu Nin y de la
plana mayor del POUM hasta después de los hechos. Es cierto, sin embargo, que
intentó pasarlo por alto para seguir contando con la ayuda de los soviéticos. Bajo
su gobierno se produjeron algunos desmanes cometidos por comunistas y
anarquistas. Se le acusó de corrupto y despilfarrador siendo los casos más
sonados los de la Comisión de Compras de París y la CAMPSA Gentibus.
Según sus enemigos, su vida parece haber distado mucho
de la sobriedad. Indalecio Prieto señala su excesiva afición a la comida, la
bebida y la compañía femenina, llegando a afirmar que cenaba hasta tres veces,
bebía las botellas de dos en dos (champaña a ser posible, pero sin hacerle
ascos al vino) y que prefería acostarse con las mujeres también a pares [cita
requerida]. Dice Abad de Santillán: Lo único público de la vida de este hombre
es su vida privada, y ésta, sin duda alguna, dista mucho de ser ejemplar y de
expresar una categoría de personalidad superior. Una mesa suntuosa y
superabundante, vinos y licores sin tasa, y un harén tan abundante como su mesa
completan su sistema (...) Ni es persona de inteligencia ni es hombre de
trabajo (...) Negrín es un holgazán. Su dinamismo se agota en ajetreos
inútiles, en festines pantagruélicos y harenes sostenidos por las finanzas de
la pobre República. (…) Este hombre no ha trabajado nunca (...)
Intelectualmente es una nulidad, moralmente es un nuevo rico...
El primer acto político importante del nuevo Gobierno
Negrín fue la publicación el 30 de abril de 1938 del documento donde formulaba
su programa político. Eran los famosos "Trece Puntos", que
establecían y concretaban los objetivos por los cuales se continuaba la lucha y
sobre los cuales podía establecerse un principio de acuerdo con los nacionales:
1. La independencia de España.
2. Liberarla de militares extranjeros invasores.
3. República democrática con un gobierno de plena
autoridad.
4. Plebiscito para determinar la estructuración
jurídica y social de la República Española.
5. Libertades regionales sin menoscabo de la unidad
española.
6. Conciencia ciudadana garantizada por el Estado.
7. Garantía de la propiedad legítima y protección al
elemento productor.
8. Democracia campesina y liquidación de la propiedad
semifeudal.
9. Legislación social que garantice los derechos del
trabajador.
10. Mejoramiento cultural, físico y moral de la raza.
11. Ejército al servicio de la Nación, estando libre
de tendencias y partidos.
12. Renuncia a la guerra como instrumento de política
nacional.
13. Amplia amnistía para los españoles que quieran
reconstruir y engrandecer España.
La oferta fue rechazada por Franco, que exigió hasta
el final una rendición incondicional. Frustrado el intento de lograr la paz,
Negrín reforzó sus poderes e impulsó una nueva y gran ofensiva, que fue un
desastre para los republicanos. Si cuando se hizo cargo del poder, en Mayo de
1937, todavía era concebible una victoria del Frente Popular, a un año vista,
la gestión militar del gobierno Negrín había sido un lamentable rosario de
fracasos. Se habían perdido las batallas de Brunete, Belchite, todo el Norte,
Teruel, Alcañiz, Lérida, Tortosa y Vinaroz (Batalla del Ebro), quedando cortada
en dos la España republicana.
Trasladó el Gobierno a Barcelona (octubre de 1937), y
en abril de 1938 reorganizó su gobierno (en el que acumuló la cartera de
Defensa, que ostentaba Prieto), con el apoyo de la CNT y de la UGT. Negrín
pretendió fortalecer el poder central frente a sindicatos y anarquistas,
aliándose con la burguesía y clases medias, tratando de poner coto al
movimiento revolucionario y creando una economía de guerra. Llevó a cabo una
política de fortalecimiento del Ejército y del poder gubernamental, puso la
industria bajo control estatal e intentó organizar la retaguardia. Disconformes
con su centralismo, el 16 de agosto de 1938 dimitieron los ministros Irujo y Ayguadé.
El 21 de septiembre de ese mismo año anunció la retirada de las Brigadas
Internacionales, esperando una acción recíproca de los voluntarios italianos en
el bando nacional. Todo ello tenía la intención última de enlazar el conflicto
español con la Segunda Guerra Mundial, que creía inminente, aunque los Acuerdos
de Munich hicieron desvanecer definitivamente toda esperanza de ayuda exterior.
Anthony Beevor afirma que Negrín trató de restringir
la actividad política por medio de la censura, destierros y detenciones de modo
parecido a como lo hacía la maquinaria estatal franquista. Sin embargo, la
mayoría de los simpatizantes de la República en el exterior, que habían
defendido su causa porque era la causa de la libertad y la democracia, callaron
ante los desmanes de las policías secretas.
Ante el derrumbe de Cataluña, propuso en la reunión de
las Cortes en Figueras la rendición con la sola condición del respeto a las
vidas de los perdedores, pero al no poder alcanzar este objetivo se trasladó en
febrero de 1939 a la zona Centro con la intención de lograr la evacuación con
el mismo éxito con que se había realizado en Cataluña, pero la rebelión del
Consejo Nacional de Defensa frustró este último plan. Estaba integrado por
reconocidos héroes republicanos: el general José Miaja, el coronel Segismundo
Casado y Julián Besteiro, y era apoyado militarmente por el anarquista Cipriano
Mera.
El Consejo Nacional de Defensa justifica sus actos con
el siguiente manifiesto:
«¡Trabajadores españoles! ¡Pueblo antifascista! Ha
llegado el momento en que es necesario proclamar a los cuatro vientos la verdad
escueta de la situación en que nos encontramos. Como revolucionarios, como
proletarios, como españoles y como antifascistas no podemos continuar por más
tiempo aceptando pasivamente la improvisación, la carencia de orientaciones, la
falta de organización y la absurda inactividad de que da muestras el Gobierno
del doctor Negrín. (…) Han pasado muchas semanas desde que se liquidó, con una
deserción general, la guerra de Cataluña. Todas las promesas que se hicieron al
pueblo en los más solemnes momentos fueron olvidadas; todos los deberes, desconocidos;
todos los compromisos, delictuosamente pisoteados. En tanto que el pueblo en
armas sacrificaba en el área sangrienta de las batallas unos cuantos millares
de sus mejores hijos, los hombres que se habían constituido en cabezas visibles
de la resistencia abandonaron sus puestos y buscaban en la fuga vergonzosa y
vergonzante el camino para salvar su vida (…) No puede tolerase que en tanto se
exige al pueblo una resistencia organizada, se hagan los preparativos de una
cómoda y lucrativa fuga. No puede permitirse que, en tanto que el pueblo lucha,
combate y muere, unos cuantos privilegiados preparen su vida en el extranjero
(…) Constitucionalmente, el Gobierno de Negrín carece de toda base legal en la
cual apoyar su mandato».
Al final de la contienda se instaló en Francia, de
donde huyó a Londres, y desde donde continuó presidiendo el Gobierno de la
República en exilio hasta 1945. Cabe destacar que Juan Negrín obligó a Lluís
Companys, presidente de Cataluña, a darle todo el dinero que él poseía y el dinero
de la Generalitat.
Trasladado a México, sus divergencias con Indalecio
Prieto y Diego Martínez Barrio provocaron su dimisión ante las Cortes en el
exilio. Después de pasar un tiempo en el Reino Unido, fijó su residencia
definitiva en Francia. Falleció en París a la edad de 64 años.
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