Programa del Frente Popular (Publicado en Madrid el 15 de enero de 1936)
Los partidos republicanos de Izquierda
Republicana, Unión Republicana y el Partido Socialista, en representación del
mismo y de la Unión General de Trabajadores, Federación Nacional de Juventudes
Socialistas, Partido Comunista, Partido Sindicalista y Partido Obrero de
Unificación Marxista, sin perjuicio de dejar a salvo los postulados de sus
doctrinas, han llegado a comprometer un plan político común que sirva de
fundamento y cartel a la coalición de sus respectivas fuerzas en la inmediata
contienda electoral y de norma de gobierno, que habrán de desarrollar los
partidos republicanos de izquierda, con el apoyo de las fuerzas obreras, en el
caso de victoria. Declaran ante la opinión pública las bases y los límites de
su coincidencia política, y, además, la ofrecen a la consideración de las restantes
organizaciones republicanas u obreras, por si estiman conveniente a los
intereses nacionales de la República venir a integrar, en tales condiciones, el
bloque de izquierdas que debe luchar frente a la reacción en las elecciones
generales de diputados a Cortes.
Como supuesto indispensable de paz
pública, los partidos coaligados se comprometen:
I.- A conceder por una ley una amplia
amnistía de los delitos políticos sociales cometidos posteriormente a noviembre
de 1933, aunque no hubieran sido considerados como tales por los Tribunales.
Alcanzará también a aquellos de igual carácter no comprendidos en la ley de 24
de abril de 1934. Se revisarán, con arreglo a la ley, las sentencias
pronunciadas en aplicación indebida de la de Vagos por motivos de carácter
político; hasta tanto que se habiliten las instituciones que en dicha ley se
prescriben, se restringirá la aplicación de la misma y se impedirá que en lo
sucesivo se utilice para perseguir ideales o actuaciones políticas.
II.- Los funcionarios y empleados
públicos que hayan sido objeto de suspensión, traslado o separación, acordada
sin garantía de expediente o por medio de persecución política, serán repuestos
en sus destinos.
El Gobierno tomará las medidas
necesarias para que sean readmitidos en sus respectivos puestos los obreros que
hubiesen sido despedidos por sus ideas o con motivo de huelgas políticas en
todas las corporaciones públicas, en las empresas gestoras de servicios
públicos y en todas aquellas en que el Estado tenga vínculo directo.
Por lo que se refiere a las empresas de
carácter privado, el Ministerio de Trabajo adoptará las disposiciones conducentes
a la discriminación de todos los casos de despido que hubieran sido fundados en
un momento político social y que serán sometidos a los Jurados Mixtos para que
éstos amparen en su derecho, con arreglo a la legislación anterior a noviembre
de 1933 a quienes hubieren sido indebidamente eliminados.
III,. Se promulgará una ley concediendo
a las familias de las víctimas producidas por las fuerzas revolucionarias o por
actos ilegales de la autoridad y la fuerza pública en la represión la adecuada
reparación del daño inferido a las personas.
En defensa de la libertad y de la
justicia, como misión esencial del Estado republicano y de su régimen
constitucional, los partidos coaligados:
Restablecerán el imperio de la
Constitución. Serán reclamadas las transgresiones cometidas contra la ley
fundamental. La Ley orgánica del Tribunal de Garantías habrá de ser objeto de
reformas, a fin de impedir que la defensa de la Constitución resulte encomendada
a conciencias formadas en una convicción o en un interés contrarios a la salud
del régimen.
Se procederá a dictar las leyes
orgánicas prometidas por la Constitución, que son necesarias para su normal
funcionamiento, y especialmente las leyes Provincial y Municipal, que deberán
inspirarse en el respeto más riguroso a los principios declarados en aquélla.
Se procederá por las Cortes a la reforma de su reglamento, modificando la
estructura y funciones de las Comisiones parlamentarias, a cuyo cargo correrá,
con el auxilio de los organismos técnicos a ellas incorporados, el trámite
formativo de las leyes.
Se declara en todo su vigor el principio
de autoridad; pero se compromete su ejercicio sin mengua de las razones de
libertad y justicia. Se revisará la ley de Orden Público, para que, sin perder
nada de su eficacia defensiva, garantice mejor al ciudadano contra la
arbitrariedad del Poder, adoptándose también las medidas necesarias para evitar
las prórrogas abusivas de los estados de excepción.
Se organizará una Justicia libre de los
viejos motivos de jerarquía social, privilegio económico y posición política.
La Justicia, una vez reorganizada, será dotada de las condiciones de
independencia que promete la Constitución. Se simplificarán los procedimientos
en lo civil; se imprimirá mayor rapidez al recurso ante los Tribunales
Contencioso-administrativos, ampliando su competencia, y se rodeará de mayores
garantías al inculpado en lo criminal. Se limitarán los fueros especiales,
singularmente el castrense, a los delitos netamente militares. Y se humanizará
el régimen de prisiones, aboliendo malos tratos o incomunicaciones no
decretadas judicialmente.
Los casos de violencia de los agentes de
la fuerza pública acaecidos bajo el mando de los Gobiernos reaccionarios
aconsejan llevar a cabo la investigación de responsabilidades concretas hasta
el esclarecimiento de la culpa individual y su castigo. Se procederá a
encuadrar las funciones de cada Instituto dentro de los fines de su respectivo
reglamento; serán seleccionados sus mandos y se sancionará con la separación
del servicio a todo agente que haya incurrido en malos tratos o parcialidad
política. El Cuerpo de Vigilancia se organizará con funcionarios aptos y de
cumplida lealtad al régimen.
Se revisarán las normas de disciplina de
los funcionarios, estableciendo sanciones graves para toda negligencia o abuso
en favor de intereses políticos o en daño del Tesoro público.
IV.- Los republicanos no aceptan el
principio de la nacionalización de la tierra y su entrega a los campesinos,
solicitado por los delegados del partido socialista. En cambio, consideran
conveniente una serie de medidas que se proponen la redención del campesino y
del cultivador medio y pequeño, no sólo por ser obra de justicia, sino porque
constituye la base más firme de reconstrucción económica nacional.
Para la reforma de la propiedad de la
tierra, dictarán nueva Ley de Arrendamientos. Estimularán las formas de
cooperación y fomentarán las explotaciones colectivas. Llevarán a cabo una
política de asentamientos de familias campesinas, dotándolas de los auxilios
técnicos y financieros precisos. Dictarán normas para el rescate de bienes
comunales. Derogarán la ley que acordó la devolución y el pago de las fincas de
la nobleza.
Nuestra industria no se podrá levantar
de la depresión en que se encuentra si no se procede a ordenar todo el complejo
sistema de protecciones que el Estado dispensa, según criterio estricto de
coordinada subordinación al interés general de la economía.
En consecuencia, procederá un sistema de
leyes que fije las bases de la protección a la industria, comprendiendo las
arancelarias, exenciones fiscales, métodos de coordinación, regulación de
mercados y demás medios de auxilio que el Estado dispense en interés de la
producción nacional, promoviendo el saneamiento financiero de las industrias, a
fin de aligerar cargas de especulación que, gravando su rentabilidad, entorpece
su desenvolvimiento.
V.- Los republicanos consideran la obra
pública no sólo como modo de realizar los servicios habituales del Estado o
como mero método circunstancial e imperfecto de atender al paro, sino como
medio potente para encauzar el ahorro hacia las más poderosas fuentes de
riqueza y progreso, desatendidas por la iniciativa de los empresarios.
Se llevarán a cabo grandes planes de
construcciones de viviendas urbanas y rurales, servicios cooperativos y
comunales, puertos, vías de comunicación, obras de riego o implantación de
regadío y transformación de terreno.
Para llevarlas a cabo se procederá a una
ordenación legislativa y administrativa que garantice la utilidad de la obra,
su buena administración y la contribución a la misma de los intereses privados
directamente favorecidos. Los republicanos no aceptan el subsidio de paro
solicitado por la representación obrera. Entienden que las medidas de política
agraria, las que se han de llevar a cabo el ramo de la industria, las obras
públicas y, en suma, todo el plan de reconstrucción nacional, han de cumplir,
no sólo su finalidad propia, sino también e] cometido esencial de absorber e]
paro.
VI.- La Hacienda y la Banca tienen que
estar al servicio del empeño de reconstrucción nacional, desconocer que fuerzas
tan sutiles como las del crédito no se pueden forzar por métodos de coacción,
ni estimular de fuera el campo seguro de aplicaciones provechosas y empleo
remunerador.
No aceptan los partidos republicanos las
medidas de nacionalización de la Banca propuestas por los partidos obreros;
reconocen, sin embargo, que nuestro sistema bancario requiere ciertos
perfeccionamientos si ha de cumplir la misión que le está encomendada en la
reconstrucción económica de España. Como mera enumeración ejemplar, señalamos
las siguientes medidas:
Dirigir el Banco de España de modo que
cumpla su función de regular el crédito conforme exija el interés de nuestra
economía, perdiendo su carácter de concurrente de los Bancos y liquidando sus
inmovilizaciones.
Someter la Banca privada a reglas de
ordenación que favorezcan su liquidez. Mejorar el funcionamiento de las Cajas
de Ahorro para que cumplan su papel en la creación de capitales. Respecto a la
Hacienda, se comprometen a llevar a cabo una reforma fiscal dirigida a la mayor
flexibilidad de los tributos y a la más equitativa distribución de las cargas
públicas, evitando el empleo abusivo del crédito público en finalidades de
consumo.
VII.- La República que conciben los
partidos republicanos no es una República dirigida por motivos sociales o
económicos de clases, sino un régimen de libertad democrática impulsado por
motivos de interés público y progreso social. Pero precisamente por esa decidida
razón, la política republicana tiene el deber de elevar las condiciones morales
y materiales de los trabajadores hasta el límite máximo que permita el interés
general de la producción, sin reparar, fuera de este tope, en cuantos
sacrificios hayan de imponerse a todos los privilegios sociales y económicos.
No aceptan los partidos republicanos el control obrero solicitado por la
representación del partido socialista. Convienen en:
Restablecer la legislación social en la
pureza de sus principios.
Reorganizar la jurisdicción de trabajo
en condiciones de independencia.
Rectificar el proceso de derrumbamiento
de los salarios del campo, verdaderos salarios de hambre, fijando salarios
mínimos.
Lo tomamos de dos fuentes: una, tan
hostil a ese programa como es: Joaquín Arrarás, Historia de la Segunda
República Española, Editora Nacional, 1968, pp. 30-32; la otra: Pierre Broué,
La revolución española (1931-1939), Barcelona: Península, 1977 (trad. de Pilar
Bouzas del libro La révolution espagnole 1931-1939, Flammarion 1973), pp.
184-193.
Mundo Obrero escribía ese mismo día, 16
de enero de 1936: «El Frente Popular es el ariete, la catapulta que va a
arrollar, a hacer escombros las fotalezas convertidas en guaridas del
ignominioso conglomerado reaccionario monárquico y fascista. Es el arma que
precisamos para abrir amplio campo al desarrollo de las aspiraciones
democráticas». Ibid, p. 33.
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